IUS-ÈTICA:
EL REENCUENTRO DE LA MORAL CON EL DERECHO
Juan Josè Bocaranda E
La proclamación de los
Derechos Humanos por la ONU,
el 10 de diciembre de 1948, constituyó un hecho de importancia trascendental
para la humanidad, no sólo por la
consagración de los Derechos mismos, sino también porque volvieron a conjugarse
para siempre la Moral
y el Derecho, después de varios siglos de ausencia.
Esta afirmación que
apoyamos en el razonamiento siguiente:
la apelación de la Asamblea General
de la ONU al
valor de la dignidad humana, como fundamento de la Proclamación, implicó un juicio de valoración moral,
porque cuando se afirma que todo ser humano merece
respeto porque vale de por sí, se emite un juicio
de naturaleza moral, pues constituye una opción entre la guerra y la paz;
entre el conocimiento y valoración de los Derechos Humanos y los "actos de
barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad"; entre el temor y
la miseria, y el advenimiento "de un mundo en que los seres humanos...
disfruten de la libertad..."; en síntesis, una elección entre el bien
y el mal, juicio de valoración, no jurídica,
sino moral.
Ya antes, esta
valoración moral había tenido lugar el 26 de junio de 1945, cuando se firmó en
San Francisco la Carta
de las Naciones Unidas, en la cual se optó entre "el flagelo de la
guerra" y los derechos fundamentales del hombre, su dignidad y el valor de
la persona humana; es decir, entre el bien y el mal.
Al implantarse, pues,
la idea de la dignidad humana como fundamento y eje de los Derechos Humanos, y al consagrarlos en la Declaración Universal,
la Moral
penetró en el Derecho Internacional y, a través de éste, en cada una de
las Naciones de Mundo, que acoge en
su legislación aquellos derechos, lo cual impone la moralización del
Derecho y la humanización de todo el ordenamiento jurídico.
Hablar, entonces, de
Derechos Humanos, es hablar de dignidad humana, y hablar de dignidad humana es
hacerlo de la Moral. Y
esto fue lo que produjo el Reencuentro.
La Moral, así
incorporada por el Derecho, se sintetiza y manifiesta a través del Principio
Ético, expresa o implícitamente consagrado en las diversas Constituciones
del Mundo.
Sobre el Principio Ético
se construye el pensamiento ético-jurídico que hemos denominado Ius-ética,
expresión que nos parece justa y elocuente porque sugiere
los dos factores que se unen, en forma esencial, para generar un Derecho Nuevo:
el Principio Ético y el Principio Jurídico.
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