POLÍTICA, POLIÉTICA Y IUSÉTICA.
Juan José Bocaranda E
Cuando publicamos la primera edición de
nuestra obra sobre IUSÉTICA, (25-8-2004), expresamos que, entre otros cambios
necesarios en las disciplinas jurídicas y en la enseñanza del Derecho, debe
darse la sustitución de la POLÍTICA por
la POLIÉTICA, y que, igualmente, en
vez de hablar de POLITOLOGÍA y POLITÓLOGOS debe hablarse de POLIETOLOGIA y de
POLIETÓLOGOS.
El planteamiento no es para alarmarse.
Ya Aristóteles había entrevisto la
poliética al considerar las relaciones estrechas entre la psicología,
la ética y la política.
No deja de haber opiniones encontradas
en cuanto a la etimología de la palabra política,
que para algunos significa el arte de vivir en sociedad, mientras que para
otros quiere decir cómo hacer las cosas cuando se vive en sociedad.
A nuestro modo de ver, por cuanto la
sociedad está integrada por seres humanos y los seres humanos no podemos escapar al imperio de la responsabilidad
moral, es de afirmar que en todo caso la política no sólo es el arte, la
“técnica”, la destreza para vivir en sociedad, sino, más aun, el acto humano de
vivir en sociedad bajo el mandato de la responsabilidad moral.
Quienes se encargaron de enlodar el
significado de la vida en sociedad fueron los políticos que, dominados por los
intereses creados, desecharon de la política la idea de lo ético, para
convertirla en un amplio y variado despliegue de trampas y desmanes. Y esto a
tal punto que se considera “buen político” al que está dotado de una gama
extensa de habilidades que lo capacitan para mantenerse a flote en toda
circunstancia, aunque jugando con mentiras totales o con medias verdades,
recurriendo a transacciones inmorales y dispuesto a “vencer todos los obstáculos”,
aun a la perpetración de crímenes que siempre encuentra justificados. Razón por
la cual cabe decir que la ética del buen político es la ética del buen pirata.
Así, pues, a lo largo de la Historia, fue
aumentando la distancia entre la
Política y la Ética, hasta que el proceso teórico de degradación culminó en El Príncipe de Maquiavelo, quien nos lleva a sintetizar la
filosofía del príncipe como la filosofía de un pragmatismo ético arrasante : “un hombre que en todas partes quiera hacer profesión
de bueno es inevitable que se pierda entre tantos que no lo son”.
Ahora bien, retornando al inicio de
este artículo, en nuestro libro expresamos en relación con la poliética
:
A los juristas del nuevo milenio corresponde estudiar en qué forma y
medida el Principio Ético influirá sobre múltiples aspectos del Derecho. Ellos
pueden hallar en la simbiosis de la Moral con el Derecho, una valiosa oportunidad
para hacer descansar su pensamiento sobre
una base cierta, en lugar de tomar derroteros inseguros y
contradictorios. Les atañe la responsabilidad de estructurar nuevas teorías y
de concebir los medios prácticos para realizarlas. Porque, en un mundo que
marcha hacia la síntesis, debe cesar la separación drástica entre la teoría y
la práctica, entre la filosofía y la ciencia, entre lo que se dice en las aulas
universitarias y lo que se resuelve en los Tribunales. Todo, en pro de una
Justicia reluciente, auténtica: la Justicia Ética.
El hecho cierto de la
simbiosis del Derecho con la
Moral, determina la necesidad de que sean revisados y
reajustados los conceptos fundamentales de la Filosofía del Derecho,
de la Teoría
del Estado, del Derecho Internacional Público, del Derecho Internacional
Privado y de la enseñanza del Derecho en sus diversas ramas.
La política con p minúscula no cabe en el
Estado Ético de Derecho. A menos que se transmute, le será cada vez menos posible
sobrevivir en un aire a cuya pureza no están acostumbrados sus pulmones
moralmente anaeróbicos. Y para transmutarse, la política tiene que devenir en
Poliética y los políticos en Poliéticos.
Con la Poliética son esencialmente
incompatibles el egoísmo, la deshonestidad, la inclinación a vivir a expensas
de los demás, los subterfugios, la insinceridad, la avidez, la vanidad, la
inclinación a las trampas, la mendacidad, la demagogia, el populismo, el
personalismo, el espíritu de dominio, de venganza, de crueldad, el ansia de
poder.
El Estado Ético de
Derecho supone hombres públicos sinceros, honorables, premunidos de suma
vocación de servicio, dispuestos a consagrarse a una labor de abnegación
calificada, a favor de la sociedad y con proyecciones universales.
El pueblo, cada vez más
crítico, cada vez más lúcido, estará ahí, para poner en funcionamiento los
mecanismos ius-éticos, pues una vez que aprenda el camino del Principio Ético,
estará dispuesto a transitarlo, y nadie lo detendrá.
Más temprano que tarde,
la palabra poliético será
sinónimo de compromiso: de hombre que, amante de la verdad, transita seria y
sinceramente por el camino de la Ética.
Finalmente: resultaría
incoherente con el Estado Ético de Derecho, que las Escuelas de Politología se mantuviesen, pese a
todo ello, en la onda de un Estado de mero Derecho, en vez de admitir de una
vez por todas, la necesidad, constitucionalmente impuesta, de la simbiosis
Ética-Derecho, y de ambientarse en el espíritu del Estado Ético de Derecho.
La Polietología es el estudio de las
ciencias políticas desde la perspectiva esencial ética”.
Para finalizar, agregamos:
Hemos de afirmar que la IUSETICA no
puede ser ajena a la aspiración por “una nueva vía al pensamiento, en la cual
se fusionen la reflexión sobre la responsabilidad moral de nuestros actos y la
ciencia política”, como anota Francisco Fernández Buey. Es decir, la
sustitución de la política por la polietica, porque, ante la bárbara
inconsciencia de los políticos, -cuya expresión más abyecta son los
dictadores- el Mundo se precipita a su
destrucción, como lo atestiguan los noticieros de cada día.
Dios no vendrá en ayuda de esta
Humanidad suicida, porque respeta el libre albedrío. Lo que quiere decir que la
Humanidad debe salvarse a sí misma y que no podrá lograrlo sino rescatando los
principios morales y los valores éticos para hacerlos valer a través de un
Derecho Nuevo, conjugado con la Moral y proyectando esos valores y principios
sobre la ciencia política…es decir, IUSETICA Y POLIÉTICA…
P.D.
En entregas posteriores traeremos a
cita lo expresado por diversos autores respecto a la POLIÉTICA, de la que
seguramente poco se habla en las aulas universitarias, por lo que es necesario
que contribuyamos a ensanchar el camino.
Lo de la POLIÉTICA –que a no pocos debe
haber causado sorpresa- no es, pues, un “disparate” más entre los que integran
la obra de este humilde servidor.
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