LA CLAVE IUSÉTICA DE HOY
NECESIDAD DE UNA VISIÓN INTENSA DE LOS DERECHOS
HUMANOS.
Juan José Bocaranda E
La IUSÉTICA responde al
valor de la dignidad humana, que genera la necesidad de una visión intensa
de la entidad de los Derechos Humanos.
Pero, ¿cómo puede haber
una visión intensa, efectiva,
plena, de los derechos humanos,
con una Humanidad cada vez mas deshumanizada?
La realización de los
derechos humanos exige una clara toma de consciencia, no sólo de los
funcionarios encargados de esos cometidos, sino también de la población en
general, que secunde las decisiones y las medidas de protección que adopte la
autoridad en pro de la dignidad humana. De lo contrario, los derechos no pasan de ser una ilusión o, a
lo sumo, una realidad parcial o menos que parcial.
La Humanidad luce muy
lejos de una consciencia claramente convencida de los derechos humanos, entre
otras causas, porque está dividida. De un lado, aquéllos que sólo andan
en busca de cómo divertirse y “pasarla de lo mejor”. Del otro, los que se dedican a planificar el mal contra los
semejantes, utilizando el engaño y la violencia. Y, finalmente, aquéllos que logran ambos cometidos al mismo
tiempo, porque se valen, justamente, de
“la diversión” y de las banalidades, para favorecer sus intenciones perversas. El
resto corresponde en su mayoría, a las
personas “sanas”, comunes y corrientes,
que se limitan a vivir y dejar vivir.
Así, pues, ¿cómo esperar que esta clase de personas pueda
contribuir a la realización de los derechos humanos, en un ambiente cada vez más insensible, donde sólo unos
pocos manifiestan solidaridad o compasión frente al dolor ajeno, mientras el
resto es asfixiado por la sed de un
egoísmo multiforme?. ¿Cómo pueden realizarse los derechos humanos en
un mundo sofocado por la caterva
política, dominada por el ansia de poder y de riqueza, que pisotea todos los principios y desprecia la dignidad
humana? ¿En un mundo donde algunos han hecho de la defensa de los derechos
humanos un simple modus vivendi,
fungiendo de “técnicos en la materia”, como si se tratase, ni más ni menos, de
un simple “negocio” o de una cómoda profesión,
muy lejos de la sensibilidad humana sincera que debería suponerse en esa
labor?.
El “sálvese quien pueda” se torna cada vez más
frecuente, en todo el globo, como lo están evidenciando un terrorismo
atroz y despiadado, una cuantiosa pérdida de vidas, una destrucción
inclemente, y la perversidad, la impiedad y la ruina desatadas.
En síntesis, la
violación de los derechos es creciente en todos los países, en mayor o menor
grado, como se evidencia en la prensa
internacional de todos los días. Más todavía: se está produciendo un retroceso
alarmante y doloroso en materia de derechos humanos, por lo que es preciso
incrementar la reflexión sobre ellos,
con el fin, no sólo de contrarrestar su posible decadencia, sino también
de fortalecerlos.
Ahora bien, para la Iusética rige, en el tema de los derechos humanos, el
principio de unidad y equivalencias.
Este principio nos dice: “lo que en el plano jurídico se llama derechos humanos, son necesidades en el plano existencial, dignidad humana en el plano moral, e identidad superior en el plano espiritual”.
Partiendo de este
principio, la Iusética considera que
1
es necesario enfocar
los derechos humanos sin circunscribirse o limitarse a los textos legales
2
la entidad de los
derechos humanos, siendo compleja, exige una atención pluridimensional como
condición para la realización plena
3
la realización de los
derechos humanos depende de la colaboración del estado.
4
los derechos humanos
son al Estado, como el Estado es a su grado de consciencia y a su nivel de
eficiencia para realizarlos.
5
se requiere la
presencia de un Estado moralmente fuerte, capaz de enfrentarse con efectividad
plena, a los graves peligros que amenazan no sólo los derechos humanos sino, con
ello, la supervivencia de la raza humana..
Ejemplo elocuente lo
vemos en los crímenes hiperinhumanos que perpetra lo que podríamos llamar “Estado
del fanatismo a ultranza”, al que debe enfrentar un Estado fuerte, moralmente
fuerte, porque el Bien debe prevalecer contra el mal…
6
el Estado de Derecho,
sea cual sea el país del que se trate, es incapaz, por causa de su propia
naturaleza, para enfrentar un Estado absolutamente inhumano, por lo que resulta
imprescindible el surgimiento del Estado Ético de Derecho, en sustitucipon del
Estado de Derecho, cuya debilidad es evidente en todo el Globo, donde se
muestra incapaz para dominar la corrupción aun en sus mas pequeñas
manifestaciones....
La única forma de garantizar
una eficiencia real del Estado, es admitiendo que lo rija y gobierne la Ley Moral,
lo que corre parejo con la plenitud de los derechos humanos, que deben
enfocarse desde una perspectiva
múltiple, tomando en cuenta sus cuatro
dimensiones: -jurídica -existencial
-moral -espiritual
La dimension
jurìdica de los derechos humanos, es la más obvia, que todos conocemos. Es
la que establece el Derecho en su sistema, nacional e internacionalmente...
Sin embargo, es preciso
evitar que en el tratamiento de los derechos humanos, todo se reduzca a la
búsqueda de respuestas meramente jurídicas, a un tratamiento meramente técnico,
a un asunto de simple lógica jurìdica, como si se buscase una respuesta teórica
a un problema concreto, lo cual lleva a la jurisprudencia de conceptos, en vez
de una jurisprudencia de intereses.
Es necesario tener
presente que el reclamante, la vìctima, no està solicitando un estudio jurídico
de su caso, sino una solución que responda en forma pràctica y tangible a su
interés concreto. En otras palabras, es debe tener en cuenta la dimensión existencial de los derechos
humanos....
La dimensión
existencial de los derechos humanos es el centro donde radica la razón de
ser práctica, inmediata, perentoria, del reclamo. A saber, por què la vìctima acudió a la
autoridad en busca de ayuda, en busca de respaldo a su derecho...
Así, pues, la dimensión
existencial de los derechos humanos, es la dimensión de las necesidades que
reclaman el derecho y remiten a la
dimensión moral de los derechos
humanos...
Para atender a la
dimensión existencial o de las necesidades reales, de los derechos humanos, para hacerlo
con plenitud de consciencia, con el debido esmero, con el debido
interés, satisfaciendo las exigencias de la responsabilidad ética, se requiere
la dimensiòn moral de los derechos humanos, que es la dimensiòn de la
dignidad humana, Porque el funcionario a quien se solicite la protección de un
derecho humano, tomarà interés real, a fondo, en la medida en que comprenda en
què consiste la dignidad humana y en la medida en que sepa valorarla, ya que lo
fundamental del funcionario en estos casos es la sensibilidad humana, que para Gandhi se entiende como deseo de
servir desinteresadamente…
Si el funcionario es
insensible, si obra sin deseo de servir, si para èl no existen motivaciones
suficientes, tomarà el caso con frialdad, con negligencia, a medias, justamente
porque no siente el calor de la dignidad humana.
Tampoco siente este
calor el que se limita a interpretar maquinalmente la norma sin sentimiento, y
a observar si el caso encaja o no, como si fuese un autómata y un servil de la
ley.
El valor de la dignidad
humana es un valor para la realización, no para la contemplación. Ese valor
debe motivar, debe convencer y persuadir a quien dice que reconoce y
aplica los derechos humanos. Ese valor
impulsa al intèrprete, al juez, a sentir muy de cerca el dolor ajeno, el dolor
de quien invoca el derecho. porque dignidad humana es calidad, no cantidad...y
calidad moral que exige tomar en cuenta la esencia del ser humano, su identidad
con los demás seres humanos. Porque la
dignidad humana es una exigencia, un deber que compromete la responsabilidad
moral.
Cuando el funcionario
está en presencia de la violación de un derecho humano determinado, nace ante
su consciencia, quiéralo o no, un planteamiento de responsabilidad moral. Y si
no obra debidamente, contrae una deuda
moral.
Siendo la dignidad
humana un valor universal, el denominador comun màs comun de todos los seres
humanos, debe hacernos sentir como en carne propia los padecimientos que sufra
cualquier otro ser humano, sin discriminación y aun cuando no se encuentre en
nuestra latitud, sino en otro punto de la geografía. Es decir, se trata de un valor
universal incondicionado. Por ello debe dolernos tanto como si tuviese lugar en
nuestro propio país, en nuestro propio barrio, el hecho de que una bárbaro asesine
a su mujer en un campo de Murcia, como el hecho de que un niño perezca ahogado
cuando cruza el Egeo huyendo de la guerra, como el hecho de que miles de
personas sean forzadas a la emigración y al hambre por causa de la construcción
de represas, en Malasia, en México, en la Patagonia, o en cualquier otro lugar del mundo...
La dimensión
espiritual de los derechos humanos corresponde a la
evolución y a la perfección del individuo en el nivel superior de los alcances
de la fe en las relaciones con Dios.
Sería la visión de trascendencia de
quien realizase los derechos humanos en
forma cabal, casi como una consagración, como un apostolado, acumulando valores
para el reino espiritual, como dice Aivanhov...
Desgraciadamente la Humanidad no ha avanzado en esta materia,
y poco o nada de ello interesa a la inmensa mayoría de las personas en el Mundo,
quienes, abocados a un frenético deseo
de divertirse, nadan entre la indolencia
y la
crueldad extrema, con menosprecio absoluto, muchas veces, por la dignidad humana.
La dimensión espiritual
de los derechos humanos ni siquiera se
supone ni se plantea, y quienes como yo tengan el valor de hacerlo, somos
objeto de mofa ante los insensatos.
Las conclusiones
de lo expuesto son estas:
primera
cuando se trata de los
derechos humanos, de su defensa, de su violación o de su disfrute, se atiende
casi exclusivamente, a la dimensión jurìdica; tenuemente a la dimensión
existencial; con poca claridad a la dimensión moral, y con prescindencia absoluta de la dimensión
espiritual.
segunda
el concepto de derechos humanos va mucho más allá de lo jurídico, de lo
político, de lo diplomático, de lo social, de lo económico y de lo cultural,
porque lo humano es lo humano, una plenitud...
tercera
la única forma de fortalecer los derechos humanos
es la admisión de un Estado Ético de Derecho, sobre la base, tanto de los
derechos como del Estado, de la simbiosis de la Moral con el Derecho.
Porque el Derecho solo es muy poco lo que logra...
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