MI CABEZA EN UN
MALETÍN
Me desatornillé la
cabeza. La coloqué frente a mí, entre mis manos, como un espejo, y la miré a
los ojos. Me confió unas cuantas cosas graves, encareciéndome lealtad y
silencio, con la advertencia de que si las revelaba me buscarían los marcianos,
a los que tanto temo porque me van a convertir en rana para que dé saltos en la
plaza del Vaticano y fastidiar al papa….
Cuando traté de
reatornillarme la cabeza en su base, no pude hacerlo y, como se oyeron voces
extraterrestres, me apresuré a ocultarla en un maletín. Ahora ni oigo, ni veo,
ni sé por dónde ni quién ni para que me lleva. Pero me consuela saber que lo
mismo les está pasando a todos ustedes y que vendrán muy pronto a este hermoso
lugar.
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